El tiempo borrascoso ha vuelto a instalarse en nuestro país. El tiempo durante los primeros días del mes de mayo estarán marcados por la inestabilidad atmosférica. Se producirán chubascos, con tormentas, por gran parte del territorio peninsular y de forma más transitoria en Baleares y Canarias. Esta situación provocará un descenso general de las temperaturas. Lo que resta de semana será también muy destacado el episodio de calima que afectará a la región mediterránea. Se registrarán concentraciones muy altas de polvo sahariano sobre todo en Baleares y se producirán lluvias de barro tanto allí como en otras zonas del este peninsular.

A falta de ir viendo qué comportamiento meteorológico nos va deparando el mes de mayo –lo que iremos detallando en próximas entradas aquí, en Avanis–, vamos a dar un salto algo mayor en el tiempo hacia el futuro, ya que las predicciones estacionales comienzan a marcar señales sobre las características que presentará el próximo verano. El tiempo seco y caluroso está siempre garantizado en nuestro país durante la época estival, pero tiene interés poder anticipar si será especialmente extremo o tormentoso. Para ello, disponemos de mapas de anomalías previstas para el trimestre junio-julio-agosto, lo que conforma el verano meteorológico o climático.

Desde hace años, el Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo (conocido internacionalmente con las siglas ECMWF) da a conocer predicciones a largo plazo, basadas en distintos indicadores climáticos, como el calor almacenado en la superficie oceánica y otros. Continuamente se están generando predicciones, que se van actualizando con nuevos datos. En la última actualización disponible es la predicción estacional se tiene por un lado el mapa de anomalías de temperatura para el referido periodo (el próximo verano), que acompaña esta información, en el que lo primero que llama la atención es la ausencia casi total de anomalías frías (temperaturas inferiores a la media), por lo que es remota la posibilidad de que tengamos un verano menos caluroso de lo normal. Lo más probable es que ocurra justo lo contrario, no solo en España sino en la práctica totalidad del continente europeo.

Si ponemos el foco de atención en España, las anomalías cálidas aparecen con una señal más marcada (mayor probabilidad de ocurrencia) en Canarias, el Mediterráneo (sobre todo Baleares) y el noroeste peninsular. El suroeste de la Península (justamente donde suelen alcanzarse las temperaturas más altas y con una mayor persistencia) presenta una señal menos marcada, lo que podría estar indicando que para el conjunto del verano el calor no será tan extremo como el que hemos tenido algunos veranos recientes, como el de 2022 y 2023.

La otra variable de interés es la precipitación, aunque, como bien sabemos, la sequía meteorológica y el consecuente estiaje, son características inherentes al verano ibérico. La predicción estacional marca en una extensa franja peninsular precipitaciones por debajo de la media durante el trimestre estival, lo que puede interpretarse con una actividad tormentosa inferior a la normal, sobre todo en el mes de junio, que es cuando las tormentas suelen ser más frecuentes en el conjunto de la España peninsular. No se puede extraer muchas más información de este tipo de mapas. Las predicciones a largo plazo tienen un alto grado de incertidumbre, aunque analizadas de forma más cualitativa que cuantitativa sí que pueden ofrecernos un valor añadido, pensando en la planificación agraria.