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Los precios de la tierra para usos agrarios han mantenido en los últimos años un discreto, pero permanente incremento según los datos manejados tanto por la Administración como por operadores en el sector. Desde Agricultura, las cifras sobre la evolución de los precios de la tierra señala haber pasado en los últimos tres años desde los 10.124 euros como media en 2020 a los 10.263 euros en precios corrientes en 2022, cifra que desde Cocampo, un operador del mercado de compra venta de tierras, se apunta un precio medio en 2023 de 10.948 euros desde los 6.445 euros para una finca de caza a los casi 12.000 euros de una finca agrícola, si bien es muy difícil hablar de medias en un sector tan por calidades, usos o demanda en cada zona.
El valor de este tipo de superficies viene determinado por un conjunto de factores que van desde lo relativo a la calidad de la misma, si se trata de un secano o de un regadío, además de la demanda que haya en cada zona en función fundamentalmente de la edad de los agricultores, de si hay o no un relevo generacional, si además de ello existe el desembarco de grandes grupos empresariales dedicados a labrar esos amplios territorios o si hay o no una política pública o de entidades financieras enfocada a propiciar medios económicos para la compra de tierras. Otros elementos que juegan igualmente un papel importante a la hora de valorar la tierra es su distancia de grandes núcleos urbanos cuyos habitantes tengan interés por disponer de un terreno, bien para su laboreo, o simplemente para su uso y disfrute, más si el terreno tiene posibilidades como explotación cinegética. En unos casos por la necesidad de mejorar la dimensión de las explotaciones amenazadas o por la subdivisión de las mismas consecuencia de las herencias, y en otros, como una estrategia de concentración sobre todo de grandes grupos para asegurarse la posibilidad de producir para operar en los mercados globalizados ante el incremento de la demanda mundial, la realidad es que la tierra, también en España, se ha convertido en medio de poder con una mayor demanda que está repercutiendo en subidas de cotizaciones muy variables.
En muchos casos, el hecho de que una explotación tenga la posibilidad de, además de dedicarse a su laboreo como explotación agrícola y ganadera, pueda ser utilizada como finca de caza o de recreo, son también factores determinantes para las subidas de precios que no pueden abonar los agricultores profesionales con criterios de rentabilidad de cara a aumentar la dimensión de sus explotaciones y operar más con una economía de escala. En este contexto cabe señalar que, en los últimos tiempos se hayan multiplicado de unos 70 más de 200 el número de fondos de inversión que han desembarcado en el campo con la compra de terrenos rústicos, no solo para ocio y recreo, sino también para producir alimentos en sectores como el olivar, viñedo o frutas y hortalizas especialmente en el centro y sur de la península además de Valle del Ebro en un mundo con déficit de alimentos.
Datos manejados por la consultora Cocampo, especializada en este sector, señalan que en el pasado mes de septiembre la compraventa de fincas rústicas registró operaciones sobre 13.400 propiedades, lo que supone un incremento del 7,4% sobre el año 2022 y del 16,9% sobre el pasado ejercicio. Si se compara con el mes de agosto, cuando el número de operaciones ascendió a 10.600, el número de fincas adquiridas en septiembre habría crecido un 23,9% según los datos manejados por el Instituto Nacional de Estadística.
Más allá de las operaciones de compra venta, el movimiento de la tierra ha sido también importante si se tienen en cuenta otros procesos en las transmisiones de la propiedad. En este escenario, datos públicos señalan que solamente en el mes de septiembre se transmitieron un 8% más de tierras que en el mismo periodo un año atrás hasta la cifra de 36.450. De este volumen de tierras que han cambiado de manos, a las 12.398 operaciones en compraventa se suman otras 15.114 vía herencias que suponen, en muchos casos, un paso atrás para avanzar en la superación del minifundismo; 1.306 operaciones de donaciones; 171 de permutas de tierras y otras 7.500 por otras vías.
En lo que afecta a las herencias, en septiembre se produjo igualmente un repunte tras el descenso registrado en agosto con un incremento mensual del 26,4% y del 9,8% con respecto al mismo mes un año antes. La transmisión de más de 15.000 propiedades es la cifra más alta para un mes desde que se disponen de registros.
De esas 12.398 transmisiones de fincas rústicas habidas en septiembre via compra venta, a la cabeza se halla Castilla y León con 1.877 seguida de Andalucía con 1.747, la Comunidad Valenciana con 1.659, 1573 en Castilla la Mancha, 915 en Aragón, 770 en Galicia, 196 en Navarra o 174 en La Rioja. Destacan los incrementos del 34% en Castilla la Mancha y del 26,7% en Castilla y León, lo que sería a la vez un reflejo de la evolución de la población de los propietarios en un medio rural más envejecido.
En el caso de las herencias, las 15.114 fueron una cifra record donde a la cabeza se mantiene igualmente Castilla y León con 3.285 operaciones, seguida de Castilla la Mancha con 1.960, Aragón con 1.039, Navarra con 444 o La Rioja con 178.En las herencias destaca el incremento de un 60% en Asturias y ya por detrás, el 20% en La Rioja o del 18% en Castilla y León y Castilla la Mancha
En todo 2023, se compraron 148.621 fincas rústicas a pesar de ser un año marcado por la sequía con un descenso del 5,9% a las que se sumaron otras casi 182.000 operaciones por herencias con un incremento del 2,2% hasta un total de 445.000 transmisiones.
En este contexto de una mayor demanda por la tierra, con las ayudas vía PAC congeladas tras los años atrás cuando se registraban incrementos, los precios para el suelo rústico se puede decir ha entrado en líneas generales en una situación de cierta estabilidad, salvo excepciones de suelos específicos para unos determinados cultivos o zonas más tensionadas por la mayor demanda.
Es por ello por lo que los precios medios de las tierras, según los datos manejados por la Encuesta de Agricultura, se mantienen en una media en el entorno de los 10.000 euros desde 2016, para situarse en 2023, datos manejados por Cocampo, en 10.948 euros hectárea, con 6.500 euros para fincas cinegéticas o los 8.000 euros para fincas ganaderas. A partir de esas cifras medias, se debe considerar que hablar de precios medios de la tierra son solo una cifra para la estadística, en cuanto es tal la diversidad de terrenos y sus circunstancias en cada territorio y casi de cada comarca en función de la demanda y de sus posibilidades de cultivos, que no se puede hablar seriamente de medias. Con todo ello, en el caso de las tierras de cultivos se barajan cifras medias en el entorno de los 13.000 euros para herbáceos, más 18.000 euros en tierras de regadío o los más de 7.000 en secanos. Los viñedos para vinificación en secano, desde los 15.000 euros, al margen de las superficies con Denominaciones de Origen de más calidad, los más de 20.000 euros de un olivar de secano y los menos de 5.000 euros de una hectárea de un secarral aragonés.
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Suben los precios y la demanda de tierra agrícola
Las operaciones de compra venta crecieron un 17% sobre 2023 y las de herencias llegaron a cifras récord.
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Vidal Maté
02/12/2024
Los precios de la tierra para usos agrarios han mantenido en los últimos años un discreto, pero permanente incremento según los datos manejados tanto por la Administración como por operadores en el sector. Desde Agricultura, las cifras sobre la evolución de los precios de la tierra señala haber pasado en los últimos tres años desde los 10.124 euros como media en 2020 a los 10.263 euros en precios corrientes en 2022, cifra que desde Cocampo, un operador del mercado de compra venta de tierras, se apunta un precio medio en 2023 de 10.948 euros desde los 6.445 euros para una finca de caza a los casi 12.000 euros de una finca agrícola, si bien es muy difícil hablar de medias en un sector tan por calidades, usos o demanda en cada zona.
El valor de este tipo de superficies viene determinado por un conjunto de factores que van desde lo relativo a la calidad de la misma, si se trata de un secano o de un regadío, además de la demanda que haya en cada zona en función fundamentalmente de la edad de los agricultores, de si hay o no un relevo generacional, si además de ello existe el desembarco de grandes grupos empresariales dedicados a labrar esos amplios territorios o si hay o no una política pública o de entidades financieras enfocada a propiciar medios económicos para la compra de tierras. Otros elementos que juegan igualmente un papel importante a la hora de valorar la tierra es su distancia de grandes núcleos urbanos cuyos habitantes tengan interés por disponer de un terreno, bien para su laboreo, o simplemente para su uso y disfrute, más si el terreno tiene posibilidades como explotación cinegética. En unos casos por la necesidad de mejorar la dimensión de las explotaciones amenazadas o por la subdivisión de las mismas consecuencia de las herencias, y en otros, como una estrategia de concentración sobre todo de grandes grupos para asegurarse la posibilidad de producir para operar en los mercados globalizados ante el incremento de la demanda mundial, la realidad es que la tierra, también en España, se ha convertido en medio de poder con una mayor demanda que está repercutiendo en subidas de cotizaciones muy variables.
En muchos casos, el hecho de que una explotación tenga la posibilidad de, además de dedicarse a su laboreo como explotación agrícola y ganadera, pueda ser utilizada como finca de caza o de recreo, son también factores determinantes para las subidas de precios que no pueden abonar los agricultores profesionales con criterios de rentabilidad de cara a aumentar la dimensión de sus explotaciones y operar más con una economía de escala. En este contexto cabe señalar que, en los últimos tiempos se hayan multiplicado de unos 70 más de 200 el número de fondos de inversión que han desembarcado en el campo con la compra de terrenos rústicos, no solo para ocio y recreo, sino también para producir alimentos en sectores como el olivar, viñedo o frutas y hortalizas especialmente en el centro y sur de la península además de Valle del Ebro en un mundo con déficit de alimentos.
Datos manejados por la consultora Cocampo, especializada en este sector, señalan que en el pasado mes de septiembre la compraventa de fincas rústicas registró operaciones sobre 13.400 propiedades, lo que supone un incremento del 7,4% sobre el año 2022 y del 16,9% sobre el pasado ejercicio. Si se compara con el mes de agosto, cuando el número de operaciones ascendió a 10.600, el número de fincas adquiridas en septiembre habría crecido un 23,9% según los datos manejados por el Instituto Nacional de Estadística.
Más allá de las operaciones de compra venta, el movimiento de la tierra ha sido también importante si se tienen en cuenta otros procesos en las transmisiones de la propiedad. En este escenario, datos públicos señalan que solamente en el mes de septiembre se transmitieron un 8% más de tierras que en el mismo periodo un año atrás hasta la cifra de 36.450. De este volumen de tierras que han cambiado de manos, a las 12.398 operaciones en compraventa se suman otras 15.114 vía herencias que suponen, en muchos casos, un paso atrás para avanzar en la superación del minifundismo; 1.306 operaciones de donaciones; 171 de permutas de tierras y otras 7.500 por otras vías.
En lo que afecta a las herencias, en septiembre se produjo igualmente un repunte tras el descenso registrado en agosto con un incremento mensual del 26,4% y del 9,8% con respecto al mismo mes un año antes. La transmisión de más de 15.000 propiedades es la cifra más alta para un mes desde que se disponen de registros.
De esas 12.398 transmisiones de fincas rústicas habidas en septiembre via compra venta, a la cabeza se halla Castilla y León con 1.877 seguida de Andalucía con 1.747, la Comunidad Valenciana con 1.659, 1573 en Castilla la Mancha, 915 en Aragón, 770 en Galicia, 196 en Navarra o 174 en La Rioja. Destacan los incrementos del 34% en Castilla la Mancha y del 26,7% en Castilla y León, lo que sería a la vez un reflejo de la evolución de la población de los propietarios en un medio rural más envejecido.
En el caso de las herencias, las 15.114 fueron una cifra record donde a la cabeza se mantiene igualmente Castilla y León con 3.285 operaciones, seguida de Castilla la Mancha con 1.960, Aragón con 1.039, Navarra con 444 o La Rioja con 178.En las herencias destaca el incremento de un 60% en Asturias y ya por detrás, el 20% en La Rioja o del 18% en Castilla y León y Castilla la Mancha
En todo 2023, se compraron 148.621 fincas rústicas a pesar de ser un año marcado por la sequía con un descenso del 5,9% a las que se sumaron otras casi 182.000 operaciones por herencias con un incremento del 2,2% hasta un total de 445.000 transmisiones.
En este contexto de una mayor demanda por la tierra, con las ayudas vía PAC congeladas tras los años atrás cuando se registraban incrementos, los precios para el suelo rústico se puede decir ha entrado en líneas generales en una situación de cierta estabilidad, salvo excepciones de suelos específicos para unos determinados cultivos o zonas más tensionadas por la mayor demanda.
Es por ello por lo que los precios medios de las tierras, según los datos manejados por la Encuesta de Agricultura, se mantienen en una media en el entorno de los 10.000 euros desde 2016, para situarse en 2023, datos manejados por Cocampo, en 10.948 euros hectárea, con 6.500 euros para fincas cinegéticas o los 8.000 euros para fincas ganaderas. A partir de esas cifras medias, se debe considerar que hablar de precios medios de la tierra son solo una cifra para la estadística, en cuanto es tal la diversidad de terrenos y sus circunstancias en cada territorio y casi de cada comarca en función de la demanda y de sus posibilidades de cultivos, que no se puede hablar seriamente de medias. Con todo ello, en el caso de las tierras de cultivos se barajan cifras medias en el entorno de los 13.000 euros para herbáceos, más 18.000 euros en tierras de regadío o los más de 7.000 en secanos. Los viñedos para vinificación en secano, desde los 15.000 euros, al margen de las superficies con Denominaciones de Origen de más calidad, los más de 20.000 euros de un olivar de secano y los menos de 5.000 euros de una hectárea de un secarral aragonés.
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