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Desde 2004, todos los años, dos destacados organismos internacionales como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) presentan un destacado informe sobre las Perspectivas del sector agrario mundial en la próxima década. Su última edición, publicada a mediados del pasado mes de julio, anuncia que la producción agraria y pesquera mundial crecerá un 14% hasta 2034, y aunque lo deseable sería que dicho incremento se debiera única y exclusivamente a una mayor productividad agraria, la realidad es que en zonas de África y Asia también habrá un mayor número de hectáreas cultivadas y más cabezas de ganado.
Hace tiempo que ambos organismos internacionales propugnan producir más alimentos con menos superficie y menos ganado, es decir, con mayores rendimientos. El motivo no es otro que reducir las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero) procedentes del sector agrario. De hecho, en el último documento afirman que si la agricultura mundial aplicara tecnologías como la agricultura de precisión, la rotación de cultivos, la mejor gestión de nutrientes y agua en la tierra y en la alimentación animal, la productividad agraria crecería un 15% y la de generación de alimentos un 10%. De este modo, se podría reducir los GEI en un 7% y eliminar la desnutrición en el mundo. Pero estos cálculos, (que bien se pueden cumplir en aquellos países con un sector agrario más avanzado entre los que se encuentra Europa y España) de momento se quedan en estudios, ya que la realidad de las diferentes zonas del mundo es bien diferente. Así, en el informe de 2024-2033 se asegura que a pesar de que en los países de ingresos medios la ingesta de alimentos va a crecer, este aumento va a ser tan lento que impedirá alcanzar el ODS número 2: eliminar el hambre en el mundo en 2030.
20 años de informes
Si se revisan los informes de Perspectivas Agrarias para la próxima década que se han publicado durante los últimos 20 años, se puede constatar que la producción agraria y el consumo de alimentos ha crecido, (principalmente por el aumento de la población mundial), y que los precios han subido o bajado según el clima y las cosechas, la política, la situación económica o sanitaria, ya que no hay que olvidar la pandemia de COVID de 2020.
A lo largo de dos décadas se evidencia la evolución de la historia y actualmente hasta resulta curioso como el informe Perspectivas agrícolas OCDE-FAO 2006-2015 apuntaba como una de las grandes incertidumbres las negociaciones de la Agenda del Desarrollo de Doha, aquella ronda de negociaciones de la Organización Mundial de Comercio, OMC, que buscaba la liberalización del comercio internacional y que se quedó en agua de borrajas.
En esos años ya se hablaba de la volatilidad de los precios agroalimentarios, situación que agricultores y ganaderos siguen sufriendo dos décadas después, y que también se repetían en el informe 2010-2019, donde se hizo referencia a la recuperación de la importante crisis económica de 2008. En el documento de 2020, obviamente, se destacó los efectos del COVID 19 a corto plazo, (aunque en los de 2024 y 2025 apenas se apuntaban las consecuencias de la pandemia) y en el último informe se hace referencia a “los recientes acontecimientos geopolíticos” como uno de los factores de más incertidumbre actual.
Los primeros informes de las Perspectivas Agrarias OCDE-FAO ya apuntaban la importancia que tendrían países como China, Brasil o India en el mercado mundial de alimentos. De hecho, el crecimiento del gigante asiático durante las dos primeras décadas del siglo XXI ha sido mayor de lo esperado, y para los próximos años se espera una reducción: “la influencia de la República Popular China, India y los países del Sudeste asiático seguirá creciendo durante los próximos 10 años”, afirma el informe de 2024-2033, pero añade: “Sin embargo, en tanto que China representó 28% del crecimiento del consumo mundial en el decenio anterior, se espera que su participación en la demanda adicional durante los próximos 10 años baje a 11%; la disminución se atribuye a la estabilización de los hábitos de nutrición, el crecimiento más lento del ingreso y la disminución de la población”.
Para la próxima década, se espera que India sea el país que tome el relevo a China y protagonice el mayor crecimiento en el consumo de alimentos a nivel global.
Con nuevos factores...
Las perspectivas anuales de la OCDE-FAO también analizan la evolución y las predicciones de determinados sectores básicos en la alimentación mundial como los cereales, las semillas oleaginosas, el azúcar, la carne o los lácteos, áreas que con los años también se han ido ampliando a otros productos como el pescado, el algodón o los biocombustibles. Este último producto, producido a partir de cultivos que también se pueden destinar a la alimentación como el maíz o el azúcar de caña, ha alterado el mercado de los alimentos en las dos últimas décadas, convirtiéndose en un nuevo factor que hay que tener en cuenta a la hora evaluar la evolución mundial del comercio agroalimentario.
Por otra parte, las emisiones de GEI procedentes del campo que apenas se nombraban hace 20 años, han ido tomando peso en las Perspectivas Agrarias OCDE-FAO de la última década. Según señalan las dos últimas ediciones, aunque se espera que la intensidad del carbono procedente del campo se reduzca por el incremento de la productividad, este descenso no será suficiente, ya que el aumento de la producción agrícola llevará que las emisiones directas de GEI sigan creciendo alrededor del 6% a lo largo de los próximos diez años.
Por último, uno de los factores introducidos en los últimos informes en el de desperdicio alimentario que ya contempló la FAO en 2011 y en 2015 se concretaron como uno de los 16 ODS para 2030. Según un documento de la OCDE, la reducción del desperdicio alimentario es una herramienta política clave con la que se podría abordar el triple desafío de alimentar a una población mundial en crecimiento, garantizar el alimento en los hogares y reducir las emisiones de GEI. A día de hoy, pocos países evalúan cuál es su desperdicio alimentario, siendo España uno de los pioneros en la Unión Europea.
El Informe Perspectivas Agrarias FAO-OCDE, al igual que otros estudios similares como el Outlook del USDA de Estados Unidos o el de la Unión Europea, es una herramienta a tener en cuenta para conocer la evolución y las tendencias mundiales en producción agraria y comercio agroalimentario. El documento se prepara anualmente por las secretarías de ambos organismos internacionales y está disponible en la web de la OCDE y en el repositorio de documentos de la FAO, lo que permite consultar casi todas las ediciones, ver y analizar la evolución a lo largo de los años y constatar los cambios que se producen en el comercio agroalimentario mundial.
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Actualidad
Informe OCDE-FAO
Aumentar la productividad agraria mundial sin más superficie agrícola o más ganado, todavía es una quimera
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A paragraph is a self-contained unit of a discourse in writing dealing with a particular point or idea. Paragraphs are usually an expected part of formal writing, used to organize longer prose.
Elisa Plumed Lucas
19/08/2025
Desde 2004, todos los años, dos destacados organismos internacionales como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) presentan un destacado informe sobre las Perspectivas del sector agrario mundial en la próxima década. Su última edición, publicada a mediados del pasado mes de julio, anuncia que la producción agraria y pesquera mundial crecerá un 14% hasta 2034, y aunque lo deseable sería que dicho incremento se debiera única y exclusivamente a una mayor productividad agraria, la realidad es que en zonas de África y Asia también habrá un mayor número de hectáreas cultivadas y más cabezas de ganado.
Hace tiempo que ambos organismos internacionales propugnan producir más alimentos con menos superficie y menos ganado, es decir, con mayores rendimientos. El motivo no es otro que reducir las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero) procedentes del sector agrario. De hecho, en el último documento afirman que si la agricultura mundial aplicara tecnologías como la agricultura de precisión, la rotación de cultivos, la mejor gestión de nutrientes y agua en la tierra y en la alimentación animal, la productividad agraria crecería un 15% y la de generación de alimentos un 10%. De este modo, se podría reducir los GEI en un 7% y eliminar la desnutrición en el mundo. Pero estos cálculos, (que bien se pueden cumplir en aquellos países con un sector agrario más avanzado entre los que se encuentra Europa y España) de momento se quedan en estudios, ya que la realidad de las diferentes zonas del mundo es bien diferente. Así, en el informe de 2024-2033 se asegura que a pesar de que en los países de ingresos medios la ingesta de alimentos va a crecer, este aumento va a ser tan lento que impedirá alcanzar el ODS número 2: eliminar el hambre en el mundo en 2030.
20 años de informes
Si se revisan los informes de Perspectivas Agrarias para la próxima década que se han publicado durante los últimos 20 años, se puede constatar que la producción agraria y el consumo de alimentos ha crecido, (principalmente por el aumento de la población mundial), y que los precios han subido o bajado según el clima y las cosechas, la política, la situación económica o sanitaria, ya que no hay que olvidar la pandemia de COVID de 2020.
A lo largo de dos décadas se evidencia la evolución de la historia y actualmente hasta resulta curioso como el informe Perspectivas agrícolas OCDE-FAO 2006-2015 apuntaba como una de las grandes incertidumbres las negociaciones de la Agenda del Desarrollo de Doha, aquella ronda de negociaciones de la Organización Mundial de Comercio, OMC, que buscaba la liberalización del comercio internacional y que se quedó en agua de borrajas.
En esos años ya se hablaba de la volatilidad de los precios agroalimentarios, situación que agricultores y ganaderos siguen sufriendo dos décadas después, y que también se repetían en el informe 2010-2019, donde se hizo referencia a la recuperación de la importante crisis económica de 2008. En el documento de 2020, obviamente, se destacó los efectos del COVID 19 a corto plazo, (aunque en los de 2024 y 2025 apenas se apuntaban las consecuencias de la pandemia) y en el último informe se hace referencia a “los recientes acontecimientos geopolíticos” como uno de los factores de más incertidumbre actual.
Los primeros informes de las Perspectivas Agrarias OCDE-FAO ya apuntaban la importancia que tendrían países como China, Brasil o India en el mercado mundial de alimentos. De hecho, el crecimiento del gigante asiático durante las dos primeras décadas del siglo XXI ha sido mayor de lo esperado, y para los próximos años se espera una reducción: “la influencia de la República Popular China, India y los países del Sudeste asiático seguirá creciendo durante los próximos 10 años”, afirma el informe de 2024-2033, pero añade: “Sin embargo, en tanto que China representó 28% del crecimiento del consumo mundial en el decenio anterior, se espera que su participación en la demanda adicional durante los próximos 10 años baje a 11%; la disminución se atribuye a la estabilización de los hábitos de nutrición, el crecimiento más lento del ingreso y la disminución de la población”.
Para la próxima década, se espera que India sea el país que tome el relevo a China y protagonice el mayor crecimiento en el consumo de alimentos a nivel global.
Con nuevos factores...
Las perspectivas anuales de la OCDE-FAO también analizan la evolución y las predicciones de determinados sectores básicos en la alimentación mundial como los cereales, las semillas oleaginosas, el azúcar, la carne o los lácteos, áreas que con los años también se han ido ampliando a otros productos como el pescado, el algodón o los biocombustibles. Este último producto, producido a partir de cultivos que también se pueden destinar a la alimentación como el maíz o el azúcar de caña, ha alterado el mercado de los alimentos en las dos últimas décadas, convirtiéndose en un nuevo factor que hay que tener en cuenta a la hora evaluar la evolución mundial del comercio agroalimentario.
Por otra parte, las emisiones de GEI procedentes del campo que apenas se nombraban hace 20 años, han ido tomando peso en las Perspectivas Agrarias OCDE-FAO de la última década. Según señalan las dos últimas ediciones, aunque se espera que la intensidad del carbono procedente del campo se reduzca por el incremento de la productividad, este descenso no será suficiente, ya que el aumento de la producción agrícola llevará que las emisiones directas de GEI sigan creciendo alrededor del 6% a lo largo de los próximos diez años.
Por último, uno de los factores introducidos en los últimos informes en el de desperdicio alimentario que ya contempló la FAO en 2011 y en 2015 se concretaron como uno de los 16 ODS para 2030. Según un documento de la OCDE, la reducción del desperdicio alimentario es una herramienta política clave con la que se podría abordar el triple desafío de alimentar a una población mundial en crecimiento, garantizar el alimento en los hogares y reducir las emisiones de GEI. A día de hoy, pocos países evalúan cuál es su desperdicio alimentario, siendo España uno de los pioneros en la Unión Europea.
El Informe Perspectivas Agrarias FAO-OCDE, al igual que otros estudios similares como el Outlook del USDA de Estados Unidos o el de la Unión Europea, es una herramienta a tener en cuenta para conocer la evolución y las tendencias mundiales en producción agraria y comercio agroalimentario. El documento se prepara anualmente por las secretarías de ambos organismos internacionales y está disponible en la web de la OCDE y en el repositorio de documentos de la FAO, lo que permite consultar casi todas las ediciones, ver y analizar la evolución a lo largo de los años y constatar los cambios que se producen en el comercio agroalimentario mundial.
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